El día que no olvidaré
Escucha, ¡Israel! El SEÑOR es nuestro Dios, el SEÑOR es uno. Ama al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza. (Deuteronomio 6:4-5 PDT)
El SEÑOR tu Dios les prometió a tus antepasados Abraham, Isaac y Jacob que te iba a dar a ti esta tierra. Cuando te permita entrar a ella, te dará ciudades grandes y buenas, que tú no construiste; casas llenas de cosas buenas que tú no compraste; pozos que tú no cavaste; viñedos y olivos que tú no plantaste. Cuando hayas comido y estés satisfecho, sé cuidadoso de no olvidar al SEÑOR, que te sacó de la tierra de Egipto, donde eras esclavo. Respeta al SEÑOR tu Dios, sírvele y haz tus promesas en su nombre. No deberás seguir a otros dioses, a ninguno de los dioses de las naciones vecinas, porque el SEÑOR tu Dios que está presente entre ustedes es un Dios celoso. Así que ten cuidado, para que el SEÑOR tu Dios no se enoje contigo y te destruya completamente.
(Deuteronomio 6:10-15 PDT)
Deuteronomio es un libro que resume lo vivido en 40 años de desierto por el pueblo de Israel, y las palabras de una persona mayor y llena de sabiduría dando consejos a una generación joven que estaba a punto de entrar a conquistar la tierra prometida. Los versículos 4 y 5 son una expresión en la lengua original, es tan extensa y profunda que casi en nuestra lengua no tiene traducción, por eso abarca todo. Es el primer mandamiento, y es la base de toda nuestra existencia y la plataforma de nuestras bendiciones. Amar a Dios debe ser el todo de nuestra vida, si logramos amar a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con toda nuestra fuerza eso significa que estamos rindiendo la totalidad, el 100 % de nuestra vida a él, que ya no nos pertenecemos a nosotros mismos, que Él está por encima de todo, que Él es lo primero y lo último, que Él lo es todo. Cuando logras entender esto, tendrás una vida plena, no te hará falta nada y estarás preparado para la bendición cualquiera que sea esta.
Cuando logras amar al Señor tu Dios con todo tu corazón, alma y fuerzas, los versículos 10 al 15 describen lo que Dios tiene para ti: Te dará ciudades grandes, casas llenas de cosas buenas, pozos, viñedos, olivos y todo esto no es por tu esfuerzo, serán cosas que no construiste, que no compraste, que no plantaste… Es por gracia, es porque Dios te ama y quiere darte cosas que ni te imaginas, todo solo por gracia y esto es un favor inmerecido, Dios nos pide que lo amemos a él y como respuesta trae sus bendiciones consigo, son tan grandes que van más allá de lo que podamos entender, pero solo nos hace una advertencia, cuando Él te bendiga sé cuidadoso de no olvidar a Dios.
Nunca se me olvidará esta palabra, recuerdo que estábamos en proceso con Julián y estábamos en amistad especial, siempre fuimos muy cuidadosos de no hacer nada fuera de orden o tiempo, fuimos muy obedientes y radicales en todo nuestro proceso, una noche no podía dormir y Dios me despertó a orar eran como las 3 de la mañana y Dios me llevó a leer este pasaje, El Señor me estaba hablando de todo lo que nos iba a entregar y a dar, pero en ese momento yo no dimensionaba completamente lo que cada palabra significaba, y llegue a este punto pero, cuando hayas entrado a esa tierra ten cuidado de no olvidarte de mí… esas palabras entraron como dice la biblia que su palabra es como una espada de dos filos que penetra hasta partir el alma, los tuétanos y las coyunturas y que discierne las intenciones del corazón, esa palabra desnudo lo más profundo de mi ser y me di cuenta que la bendición estaba empezando a levantar un altar al que le daba adoración, las emociones me jugaron una mala pasada y yo había caído, aunque siempre fui muy cuidadosa; recuerdo que me partí, llore por largo tiempo en arrepentimiento y esa noche entregue mi vida sentimental a su total disposición y derribe cualquier indicio de altar que se había querido levantar. Ese día se definió todo lo que ahora somos. Ese día Dios probó mi corazón. Ese día entendí que por más grande que sea la bendición de Dios JAMÁS puede ocupar el lugar que solo Dios es el dueño.
Texto de estudio:
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Deuteronomio 6: 1-25
Ahora en tus notas, escribe lo siguiente que Dios te haya hablado :
1. Promesa
2. Mandamiento
3. Desafío personal